Son las 7,30 h de la mañana de un
lunes cualquiera. Tras sonar mi despertador discuto en sueños, pero
acaloradamente, con Morfeo. – Quédate un rato más, me insiste cansino. – Que no,
que tengo que irme al trabajo, que está a 170 km de mi casa, en el sur, en Almería.
Después de una ducha y un café cargado, Morfeo se rinde. Afrodita sigue dormida
y despeinada en el butacón de mi dormitorio. De vez en cuando suspira en
sueños, prácticamente gime en sueños, y me desagarra el alma cuando salgo
sigilosamente por la puerta echando una última mirada a mi amor. Mi hijo también duerme todavía. Así que, nadie, ni el perro me despide.
Monto en mi Peugeot 207 Mito. En el asiento
del copiloto está Talía, musa de la comedia y la poesía bucólica. Detrás,
Erato, musa de la poesía lírico-amorosa y Calíope, musa de la elocuencia,
belleza y poesía épica. En medio de ellas, Momo, Dios de la sátira, las burlas
y los poetas. Es un buen amigo desde hace muchos años. Nos entendemos muy bien,
aunque le gusta pincharme.
Enciendo la radio para escuchar
música con la esperanza de que las musas alegren la cara. A ver si entre todos
coreamos alguna canción, a ver si me inspiran algo. Pero no. No les gusta el
paisaje. Conforme nos acercamos al sur, el desierto se hace más presente. Cada
vez hay menos verde y más montañas peladas. Rocas tristes, paisajes agrestes,
matorrales pardos y resecos.
Momo: - ¡Observad ese paisaje! Te
podrías haber llevado a Melpómene (musa de la tragedia)
Yo: - ¡Muy gracioso! La misma broma que la
semana pasada. ¿Dónde está tu originalidad?
Momo: - La culpa no es
mía. ¡Mira a estas tres tristes musas! Cada día más gordas, igual
que tu.
Talía,
bosteza: - Ja, ja, ja. Me troncho y me
parto.
Calíope: -¿Y qué quieres? No hay otra cosa
que hacer. Comer, trabajar, comer, trabajar, comer, dormir. Lo que no entiendo
es que hacen aquí tantos Dioses y está claro que la culpa de esto rulos que nos
están saliendo es de ellos. Lo único
bonito es la playa, pero de eso hay en todas partes.
Momo: - Pues a mí me fascina la mezcla
de culturas, con gente de todos los colores, de todos los países, de todas las
culturas, de todas las religiones. Es muy divertido.
Calíope: - A falta de colorido en el
paisaje, que todo es pardo, bueno es el colorido de los mortales. Debe ser por
eso, que están aquí Hestia, Dioniso, Hebe y los primos Baco y Vesta.
Erato: - Están aquí, porque los
almerienses aman la agricultura y la comida por encima de todas las cosas. Si
no fuera por ese amor, Demeter no les habría consentido hacer del otoño una
primavera y del invierno un verano, convirtiendo el desierto en una huerta bajo
un mar de plástico.
Talía: - Claro, y proporcionándole
un estupendo patio de juegos a Eolo. A todas horas soplando ora de levante, ora de poniente. ¡Pesado!No hay manera de llevar el pelo en
condiciones. El monte pelado, la llanura un espejo de plástico, no queda otra
que irse al bar mientras Aidana trabaja.
Calíope: - Eso mismo deben de haber pensado
Hestia, Dioniso y Hebe. Lo de la bebida acompañada de una tapita es una idea
genial. Me alegro de que Hestia les haya inspirado el arte de la gastronomía. ¡Cuánta
variedad de ingredientes y formas de combinarlos, cuántos sabores, cuántos
aromas! Por no decir la gracia que tienen esas raciones pequeñas, las tapas,
que te permiten probar de todo un poco.
Momo: - Pues por eso estáis cada día más
gordas, incluida tú, querida Aidana.
Yo: - Yo ya he empezado a
hacer ejercicio todas las noches. Pero ellas no hacen nada para inspirarme alguna
historia divertida, ni tú das sugerencias. Os habéis vuelto sosas, mudos
acompañantes. Mi mente está desierta como el paisaje.
Momo: - Querida, ¿a quién quieres
engañar? Si después de andar te vas al bar, le sonríes a Dioniso y Hebe cuando
te traen un tinto de verano y alabas las artes culinarias de Hestia. Deja de
llevarte las musas al bar, que con la boca llena no se habla, así que no te van
a inspirar nada. Y mientras tengan las panzas llenas y solo hagan digestiones,
menos te inspirarán. ¡Míralas, más que musas parecen mustias!
Calíope: - Te advierto, querida Aidana. Si
te seguimos hasta aquí, es porque estos almerienses son unos artistas de los
fogones. ¿Si no de qué? Es más, mira que te digo: creo que hasta que no hayamos
probado todas las tapas y repetido muchas veces las más buenas, no se nos va a
ocurrir nada de nada.
Yo: - ¡Eso es chantaje!
Además, yo quiero adelgazar lo menos 8 kilos.
Momo: - Querida, mal sitio has elegido
para eso.